Hay momentos en la vida en los que deberíamos colgar un cartel en la puerta que dijera: “No molesten, estoy creciendo”. Momentos en los que te comprometes contigo mismo y con la vida y decides dar unos cuantos pasos más.
Me gustaría compartir algunas señales que personalmente me indican que estoy en algunos de esos momentos, momentos en los que:
- Dejo ir lo que no me hace bien: Para mí ha sido muy importante aprender a retirar de mi vida aquello que me daña, que me ata al pasado o que me impide avanzar. Para mí es una habilidad clave para alcanzar el éxito en cualquier cosa que emprendo. Existen situaciones, personas y experiencias tóxicas y cuanto antes las dejes ir, antes avanzarás.
- Aprendo de los errores: ¿Quién dice que equivocarme debe convertirse en un flagelo para toda la eternidad? De los fallos he sacado muchas enseñanzas; el perfeccionismo, por sí solo, sirve de muy poco. Es bueno equivocarse y saber qué cosas es mejor no volver a repetir. Esto cambia completamente nuestras perspectivas y nos ayuda a emprender nuevos proyectos; esta vez, más exitosos y ambiciosos. ¿Por qué? Porque la experiencia me guía.
- Evito las quejas: Esta es, sin duda, una de las señales más destacadas de haber crecido emocionalmente. Las personas que se pasan todo el día criticando, solo logran aumentar la negatividad y el pesimismo a su alrededor. Si actúas o resuelves más y te quejas menos, es porque estás creciendo. Un secreto: esta me ha sido siempre bastante fácil 🙂
- Celebro los éxitos ajenos: Aplaudir y sentirme feliz, de verdad, cuando a los otros les va bien; es sinónimo de madurez. Esto quiere decir que no los envidio, que comprendo que se han esforzado y que soy capaz de reconocer sus trabajos y resultados obtenidos, conjuntamente con ellos.
- Tengo relaciones menos conflictivas: No quiere decir que todo será siempre “paz y amor” (que debería ser el gran objetivo, para qué negarlo) pero evito las peleas y las discusiones porque me generan conflicto interno. Llega un día en el que descubres que no tiene sentido querer llevarte el mundo por delante a cualquier precio. He aprendido a ver, mirar y reconocer el lugar del otro, a intentar llegar a un acuerdo antes de confrontar, que las peleas son una pérdida de tiempo y que es mejor buscar una salida digna para todos. Es aquello de “mejor ser feliz que tener razón”.
- No temo pedir ayuda: Hasta hace un tiempo (cuando aún no había crecido lo suficiente), consideraba que solicitar ayuda era una forma de mostrar debilidad ante la otra persona y no me lo permitía. Sin embargo, he comprendido que es una señal de reconocimiento y confianza en el otro. No puedes hacer todo tú solo siempre, es bueno ser humilde y reconocer cuándo se necesita ayuda, que es más a menudo de lo que parece.
- Sé lo que quiero: Te despiertas un día y descubres que la incertidumbre del futuro forma parte de la vida. Descubres que todo pasa y todo llega, pero lo que siempre queda eres tú, con tus deseos, tus propósitos, tu felicidad, tu vida y la vida de quiénes te acompañan.
Ahora sé que siempre llevo colgado un cartel que dice: No molesten, Estoy creciendo 😉
¿Me explicas tus momentos “Estoy creciendo”?
Gemma Segura Virella
Sóc conscient que també estic creixent quan, llegint-te cada un dels exemples, sospiro acompanyant-me d’un somriure i em sento identificada. Quin plaer tu…
Molt plaer Vanessa! És molt gratificant i aporta molt benestar. Que bonic acompanyar-ho d’un sospir somrient!
M’encanta!! 🙂
🙂 que bé!!!! También te cuelgas el cartel? Abraçades!