El único y verdadero tiempo vivido

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Por Gemma Segura

5 de enero de 2016

En este día mágico y maravilloso, nos gustaría compartir con vosotros un bonito cuento de Jorge Bucay: El Buscador.

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años… Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

– “No, por ningún familiar”, dijo el buscador. “¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?”

El anciano sonrió y dijo:

– “Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado… A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo…

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…?Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?¿Y la boda de los amigos?¿Y el viaje más deseado?¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido”.

Este grupo de magos tenemos un regalo para ti:

Un deseo: que la magia del verdadero tiempo vivido os ilumine siempre el camino.

El siguiente vídeo:

Abrazos!

 


 

4 Comentarios

  1. Así es querida amiga (Julia). El mundo está lleno de ángeles que vuelan a nuestro alrededor!
    Y lo mejor es cuando se encuentran y vuelan juntos una parte del camino 😉
    Abrazos y muchas gracias por tus palabras!

    Responder
  2. Verdaderamente eres tan inspiradora que es como haber conocido un Ángel, es como dice Presuntos Implicados: “Hay ángeles entre nosotros”.

    Responder
  3. Precioso cuento, mi querida amiga. Había guardado su lectura para un momento íntimo y lo he disfrutado muchísimo. Lo anoto en mi libreta de tiempo disfrutado.
    Quizá una de las claves de la felicidad esté en disfrutar no solo de esos momentos intensos de gozo y alegría, sino también de otros de aburrimiento, tristeza, duda, dolor…disfrutar también de ellos en el sentido de darte cuenta de que estás vivo y que pertenecen al “otro lado” de la vida. No todo es de tu color favorito, no todo es placer, no todo son alegrías..también inevitablemente tropezaremos con fallos, errores, días grises, lágrimas, pérdidas, dolor…que también son vida.
    Una vez escuché al Dalai Lama contar como en su aprendizaje personal, que se realiza de la mano de otro compañero también aprendiz, procuraba “caminar” junto a personas difíciles, de carácter huraño, introvertido y arisco, de costumbres diferentes a las suyas y de quienes supiera además que tuvieron una vida complicada que les terminó dejando profundas cicatrices. Estas personas le enseñaban más sobre la vida que las personas más exitosas o de vidas más comunes o sencillas y el siempre les aportaba todo su cariño, sabiduría y compasión (empatía). Una simbiosis mutua
    Los momentos de disfrute son regalos que la vida nos aporta por caminar junto a otros momentos menos agradables
    El vídeo que publicas me ha traído imborrables recuerdos ya que asistí a su presentación en la oficina de Promperú unos meses después de regresar de una viaje de trabajo de 10 días recorriendo ese mágico país. A veces lo reviso para recordar que no debemos olvidar nuestra esencia. Una vez más coincidimos.
    Para todos los lectores de tu blog, mi deseo de que cuenten con una libreta repleta de años acumulados de gozo y disfrute

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    • A mi también me parece un cuento precioso y muy inspirador Alvaro.
      También comparto contigo que todos los momentos vividos, incluso aquellos menos confortables, forman parte de la vida y de nuestro tiempo vivido. Aunque ponerle foco a los felices es más confortable, hay que reconocer y explorarlos todos y, cuando sea necesario, aplicar la autocompasión mindfulness (amabilidad amorosa con uno mismo). Y hacerlo justamente porque nos hacen daño.
      Conozco las palabras del Dalai Lama y personalmente tanto los momentos confortables, como los que lo son menos (los propios y los de las personas que caminan contigo) te ayudan a crecer. Pero no diría que los dolorosos tienen más papel en nuestro cuento de vida. Pero no le llevaré la contraria al Dalai… 😉

      En cuanto al vídeo! A mi me encanta. Lo utilizo en muchas ocasiones profesionales y me parece esencial.

      Gracias por formar parte de mi “Perú” particular 😉 Abrazos!

      Responder

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