Hay muchos libros que tienen la capacidad de transformar, “La libertad del ser” de Annie Marquier es, sin duda, uno de ellos. A través de sus páginas nos invita a recorrer las diferentes fases de la posible transformación del ser humano, un camino, según Marquier, en el que buceamos en el funcionamiento del inconsciente, para ir descubriendo las sutilezas de nuestro ego.
Es casi imposible resumir el libro, como ocurre con todos los de la autora, en un artículo. Lo aconsejable es leerla, pero me gustaría compartir algunas de sus ideas, algunas de ellas extraídas de las tradiciones orientales.
La primera de ellas es la analogía del carruaje. Según Annie “Podríamos comparar al ser humano por un conjunto formado con un carruaje, un caballo que tira de él, un cochero que lo dirige, un dueño sentado detrás del cochero y el camino por el que avanza el conjunto.”
En esta bonita metáfora, próxima al mito de la Caverna de Platón, el carruaje representa el cuerpo físico que debemos conservar, siempre en el mejor estado posible, para poder realizar nuestro viaje vital con la máxima comodidad, es decir, sano.
El caballo simboliza nuestro sistema emocional y es fundamental para que el carruaje pueda avanzar en el camino. Es importante que el caballo se mueva con libertad pero estando alerta para que no se desboque. Para ello, necesitamos la buena dirección y maestría del cochero.
El cochero es nuestro cuerpo mental, nuestro ego, quien se encarga de gestionar con sabiduría la energía del caballo, es decir, nuestras emociones.
Finalmente, tenemos al pasajero, el dueño, dice Marquier. Ese es nuestro ser, el único que conoce el camino, la realidad de cada instante, el que sabe dónde desea ir. La gran tarea en cualquier proceso de transformación es pasarle las riendas del carruaje al pasajero y no al cochero.
Esto nos hace ver que para realizarnos plenamente como lo que de verdad somos, necesitamos:
- Desarrollar la capacidad mental de estar en relación directa y consciente con nuestro ser, nuestra alma y atentos a sus indicaciones.
- Conocer la naturaleza emocional del ser para ser capaz de gestionar su energía con sabiduría.
- Mantener nuestro cuerpo físico en buen estado.
Cuando nuestro Ego consiga el equilibrio entre el conjunto físico, mental y emocional podrá escuchar con claridad a nuestro Ser y podrá, al fin, manifestarse en plenitud.
Os dejo un extracto del libro con algunos menajes para reflexionar:
“Todo lo que se nos presenta en la vida lo atraemos con el fin de que nos ayude a evolucionar.
La conciencia ordinaria, en general, no tiene la impresión ni el mínimo recuerdo, de haber elegido o atraído conscientemente cualquier cosa. Si fuésemos conscientes de ello, podríamos percibir el hilo de los acontecimientos de nuestras vidas, así como la coherencia perfecta con nuestro Plan de evolución.
Pero tenemos el poder de elegir y, en función de esas elecciones, atraeremos las circunstancias.
Nada está decidido de antemano. Todo se decide, minuto a minuto, en función del proceso de aprendizaje.
Durante el proceso nos volvemos, cada vez más, creadores conscientes. Nuestras vidas se construyen con el fin de realizar nuestro aprendizaje.
Lo que se presenta en nuestra vida está determinado por nuestro proceso evolutivo. En cada vida estamos en proceso de aprendizaje, de construcción, de rodaje, de refinamiento, de armonización y de integración de las diferentes partes de nuestro “vehículo.” Lo que queremos experimentar en nuestras vidas son todas las situaciones que nos son necesarias para aprender y desarrollar cualidades a todos los niveles del ser.
La lección no vuelve a presentarse cuando ya se ha aprendido, como en la escuela… Vuelve a aparecer solo cuando estamos dispuestos a aprenderla, como en la escuela…
Estamos en la escuela de la vida, siempre con el mismo objetivo: avanzar en conciencia, en sabidurías y en amor y aprender a conocer las grandes leyes del Universo, a fin de crear un mundo de paz, de dicha y de abundancia para todos en este planeta.
La vida, hecha de vidas sucesivas, es una gran escuela con clases, niveles, exámenes y pruebas; ¡e incluso con vacaciones! En ciertas vidas se aprende con intensidad, las cosas se mueven, los acontecimientos se precipitan, estamos sometidos a pruebas continuamente. Durante otras vidas, hay más tranquilidad, descansamos, integramos…
El aprendizaje es una integración cada vez más profunda de la realidad de nuestra propia divinidad.
Lo importante es integrar la lección que la vida nos propone aquí y ahora, estar presentes en todo, y así conducirla de la manera más consciente y más armoniosa con nuestros recursos del momento. El trabajo hay que hacerlo aquí y ahora, exactamente allí donde nos encontramos, exactamente en las condiciones en las que estamos.
Estas condiciones son precisamente las que han sido elegidas por nuestra conciencia superior, a fin de dar el máximo de oportunidades de evolución.
Todo trabajo de evolución, incluso el trabajo de cambio de contexto de pensamientos, puede percibirse como el viaje de la conciencia a través de diferentes dimensiones. Pero este viaje tiene una meta… acelerar el proceso y acercarnos cada vez más a la paz, a la luz y a la libertad.
Ese es el juego que hemos elegido jugar.”
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