¿Qué es lo que mi mundo aporta al mundo?

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Por Gemma Segura

19 de julio de 2017

Diferentes tradiciones, filosofías y religiones del mundo, en especial las de Oriente, han señalado desde hace siglos que los seres humanos no somos tan libres como pensamos. Nuestros comportamientos e incluso nuestros pensamientos, emociones y sentimientos son una respuesta automática que obedece a una amplia gama de condicionamientos determinados por el momento histórico, la sociedad, la cultura y el contexto familiar en el que nacemos y crecemos.

La buena noticia es que, al mismo tiempo, podemos desarrollar nuestra conciencia de lo que sucede fuera y adentro de nosotros mismos. Estar plenamente conscientes y atentos no es algo que pueda describirse con palabras, es más una experiencia o un estado del Ser que un concepto o idea. Si todos desarrollamos el amplio potencial de nuestra conciencia podremos ser responsables de la forma que vivimos y no seguiremos culpando a alguien o algo más por la vida que llevamos o por el estado actual del mundo en que vivimos. La siguiente buena noticia es que tenemos una maravillosa herramienta para que nos ayude: el Mindfulness.

Mindfulness se refiere a ese estado de atención plena o consciente e implica ser consciente de todo lo haces, dices, sientes, vives.

Si de algo estoy plenamente convencida, es que para ser responsable de mi propia vida debo tener la conciencia despierta. Significa que entiendo que mis decisiones y acciones tienen consecuencias y que solo si me esfuerzo a través de la práctica continua y continuada puedo transformar mi modo de vida y, por ende, a mi misma, para ser más dueña de mi vida en beneficio de mi misma y de quiénes me rodean.

Todas las personas hemos vivido experiencias mindfulness en la vida, un claro ejemplo es cuando contemplamos un atardecer sublime junto a un ser querido y nos sentimos profundamente conmovidos y disfrutando del presente tal cual es. La práctica de la meditación es una de las vías a través de las cuales podemos cultivar mindfulness y hacer que esos momentos mágicos de conexión con la vida se repitan.

Si vamos corriendo a todas partes, sin aprender a vivir en lentitud, adoptamos esa velocidad como un modo de vida, como una forma del Ser y comenzamos a ser autómatas y nuestras respuestas ante los estímulos de nuestros sentidos y nuestra mente dejan de ser creativos. Ya no tenemos tiempo para un café con los amigos, para contemplar un bonito atardecer o para sentarnos en cualquier lugar y disfrutar de ver pasar los minutos.

Desde la plena conciencia, el zumo de la vida -esos pequeños momentos placenteros de atención plena-, momentos de entrega total al privilegio de seguir vivos, se vuelven momentos extraordinarios. Desde la plena conciencia, descubrimos que nuestra vida se ha vuelto así porque nosotros lo hemos elegido a través de decisiones y acciones desconectadas de la conciencia. Lo hemos hemos elegido porque nos hemos dejado atropellar por una agitación colectiva y por unas poco sabias proclamas modernas.

En algunos de mis momentos mindfulness me pregunto ¿Por qué hemos renunciado a ello tan fácilmente? ¿Por qué nos resignamos a convivir más tiempo con la niebla que con las olas que vienen y van en la playa? ¿Por qué hemos olvidado vivir poéticamente?

A cada instante de la vida podemos elegir el estilo de vida. A cada instante de la vida podemos elegir el silencio. A cada instante de la vida podemos elegir la lentitud. A cada instante de la vida podemos elegir la plena conciencia. A cada instante de la vida podemos elegir una vida sabia.

Tengo algunas preguntas que me acompañan desde hace algunos años. Una de ellas, quizá la más compleja, es ¿Qué es lo que mi mundo aporta al mundo? Necesitamos desacelerar, reflexionar, inhalar, exhalar, conectarnos con nuestras necesidades más profundas y observar la vida que llevamos tal y como es.  ¿Qué me estoy dando y qué estoy dando a los demás?

Dice Humberto Maturana, “nos enfermamos al vivir un modo de vida que niega sistemáticamente el amor” y me quedo con su respuesta para responder a mis preguntas.

El desafío de la sabiduría es sencillo, que no fácil: Ser siempre consciente de mis capacidades y hacerme responsable de mis decisiones. ¡Ese es uno de los regalos vitales que nos ofrece el mindfulness!

Gemma Segura Virella


 

4 Comentarios

  1. Todo parte de una premisa : Si nos amamos a nosotros mismos, podremos amar a los demás. Si nos dejamos arrastrar por el mundo, es que empezamos a dejar de querernos.
    La paz del mundo está en nosotros mismos, no está afuera.
    Un fuerte abrazo a mi admirada Gemma

    Responder
    • Muchas gracias Nicolás! Es un placer que hayas leído el post y, además, que hayas compartido tus reflexiones. Gracias 😉 y hasta siempre!
      Abrazos.

      Responder
  2. Lecturas para más de una vez. Me facina pensar desde tu mundo. Mira si aportas a mundo!!!

    Responder
    • Que bonito Julia. Solo con lo que otros te aportan, es posible aportar al mundo! Así que mil gracias por aportarme siempre.
      Un fuerte abrazo amiga!

      Responder

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