Según el psicólogo y padre de la Terapia Centrada en la Compasión Paul Gilbert, pasamos un 47% de nuestro tiempo diario con la mente en modo piloto automático, con el cuerpo presente y la mente ausente.
Si tomamos por bueno el dato, resulta que nos pasamos poco más del 50% de nuestro tiempo siendo productivos, desde una óptima economicista y profesional, porque el resto del tiempo nos lo pasamos mirando las musarañas.
Las empresas americanas lo tienen claro, por ello dedican parte del tiempo, esfuerzo y energía en aplicar programas Mindfulness con las personas que forman parte de la empresa. Dedican tiempo y energía en incorporar el entrenamiento mindfulness para desarrollar y practicar habilidades de atención, concentración y conciencia plena. Programas que se acompañan de prácticas, programas de salud y bienestar para el cuerpo, la alimentación consciente y responsable y el entrenamiento mental y emocional. Desde trabajar algunas horas o días en casa hasta priorizar los resultados por encima de las horas de trabajo. Esa mala práctica que tenemos en nuestro país de estar en la oficina o puesto de trabajo cuantas más horas mejor, no es nada beneficiosa para nadie.
Desde hace un tiempo se está empezando a tener en cuenta no solo los conocimientos teóricos y técnicos y las habilidades de gestión, sino también la capacidad de atención consciente. Así, el estar atentos de forma consciente a nuestro mundo interior y exterior pasa a ser un valor más de la persona y del líder en las empresas: decidir a qué le ponemos foco en la vida y en el entorno laboral.
El valor de la atención consciente y plena nos debería ayudar a generar empresas y economías sanas, prósperas, responsables, humanas, compasivas y conscientes, que posibiliten la salud y el bienestar personal a nivel físico, mental, emocional y espiritual. El mindfulness y la plena consciencia aplicada a cualquier actividad en la vida puede ayudarnos en el camino.
La mente suele recibir la denominación de órgano del sufrimiento porque tiene la capacidad de arruinarnos la vida con su incesante deambular. La mente nos pertenece, pero no siempre hace lo que nosotros deseamos. Tal vez la mente comprenda que los pensamientos pueden ser engañosos, pero el cuerpo no suele hacerlo. El cuerpo no sabe si la mente percibe correctamente el mundo exterior o sólo está alucinando. Y responde a todos los mensajes que le envía la mente como si fueran correctos. Pero hay una manera de transformar esta aparente desventaja en ventaja.
Cualquier forma de atención mental que distrae a la persona de sus inquietudes y ansiedades habituales puede producir relajación. La respuesta de relajación es un mecanismo innato del hipotálamo y funciona con independencia de la voluntad de la persona. La capacidad de relajarse es un don natural de todos los seres humanos. Aparentemente el secreto para relajar el cuerpo, el corazón y la mente es liberarse de las preocupaciones que están de más.
Cuando nos relajamos, el pulso se vuelve más lento y la presión sanguínea disminuye. La respiración es más profunda. El cerebro deja de emitir ondas beta, las que corresponden al estado de vigilia y alerta, y comienza a emitir ondas alfa, que indican distensión. Parte del flujo sanguíneo que irrigaba los músculos se dirige al cerebro y a la piel, produciendo una sensación de calor y serenidad mental. La tensión de los músculos disminuye y nos sentimos tranquilos. Nuestra capacidad de imaginar y fantasear nos genera un estado de ansiedad permanente. La consecuencia es la angustia, una de las principales causas de las dolencias físicas y mentales que hoy padecen muchas personas.
Una herramienta eficaz para combatir la angustia es la respiración consciente, una técnica de meditación orientada a interrumpir el círculo vicioso del estrés y que utilizamos en cualquier enfoque mindfulness, desde el minuto uno. La mente y el cuerpo funcionan como una unidad psicofísica tanto para generar tensión como para permitir la relajación. Si deseamos aplicar este principio para crear estrés, será suficiente con que dejemos de respirar para que de inmediato nos sintamos ansiosos. Del mismo modo, cuando albergamos ideas que generan ansiedad, nuestra respiración se tornará agitada y superficial. El ciclo negativo de pensamientos molestos y mala oxigenación puede intensificarse hasta convertirse en un ataque de pánico.
Podemos utilizar la respiración para interrumpir ese ciclo. La respiración profunda puede aliviar la tensión y detener la ansiedad. La respiración consciente consiste simplemente en prestar atención y llevar voluntariamente el aire hacia el abdomen. Si nos concentramos en la manera de respirar, nuestra atención se dirigirá inmediatamente al aquí y ahora, y nuestra mente se aquietará. Este sencillo método es muy efectivo para gestionar el estrés.
Gemma Segura Virella
Yo añadiría solamente que la constancia es importante en este asunto…el ejercitar el “músculo” cerebral para enseñarle a relajarse en esos momentos en los que coge carrerilla, sin duda requiere de 10 o 15 minutos de práctica diaria, esa es mi experiencia.
El hecho de respirar y atender a la respiración proporciona ese “chute de calma” que necesitamos a lo largo del día en determinados instantes de stress.
Urge que las empresas, los colegios, las administraciones y todo aquel entorno que sea susceptible de generar momentos de follón mental, ponga en marcha facilidades para que los staff puedan tomarse unos minutos de calma. Y no es tan complicado. Pensemos en la de minutos que se “invierten” en bajar a fumar al hall, a la entrada, a la puerta de las oficinas…ese momento sirve para romper una rutina y fijar tu atención en otra cosa, pero no creo que una dosis de veneno sea la solución. Cambiemos el cigarrillo por el mindfulness!!
Y así, de la constancia pasas a la integración total 🙂
Urge promover esa constancia!
Tan simple y tan difícil.!
Seria bueno también poderlo hacer en empresas pequeñas…
Pero yo me pregunto sino es inmiscuirse en la parcela privada de las personas?
A mi me gustaria hacerlo en mi pequena empresa, 4 personas, me da respeto… Empezando por mi que no seria un buen ejemplo pues me cuesta mucho aplicarlo en el mundo laboral, o nos podríamos potenciar entre todos?
Como abordar el tema sin invadir privacidades??
Ya parece que hablas chino cuando lo intentas explicar a tus mas allegados.. Imaginate implantarlo en la empresa no?
Son reflexiones compartidas
Gracias por compartir gemma, siempre tan interesante.
Marta, a veces lo más sencillo es lo que más nos cuesta 😉
Pequeñas o grandes empresas, que más da. Lo importante son las personas. Me pregunto, a raíz de tu pregunta, en cuantas parcelas privadas de la persona se inmiscuyen las empresas: objetivos, formaciones, actitudes, horarios, … Creo que cuando es para un bien personal y común, y siempre que la persona lo desee, no invadimos ninguna privacidad, porque se trata simplemente de reconectar con esa privacidad que tu desvelas. Se trata simplemente de recuperar el placer por la vida, de recuperar el “amo la vida” y eso, cuando se desea, nunca es una invasión.
¿Y si lo probamos?
Abrazos y gracias Marta!
dices tú de mili…recuerdo cuando en una de las empresas en las que trabajaba se prohibió fumar por la famosa ley que los compañeros fumadores comenzaron a bajar a fumar y yo me quejaba porque los no fumadores seguían en la oficina….a veces somos permisivos con aspectos en los que creo que no deberíamos serlo tanto (véase bajar a fumar) y en cambio no se promueven incentivos para los que no lo hacen…
Estoy contigo Alvaro!!! Permisivos con lo que no deberíamos serlo y firmes en compartir aquello que nos ayuda en nuestro bienestar! 🙂 “Like”
Muy interesante!!
Poco tengo que comentar en este post, así que a compartir y seguir practicando el aquí y ahora.
Un abrazo Gemma!!
Bly.
Otro abrazo enorme desde el aquí y el ahora para ti querida amiga 😉
Y gracias por estar siempre conmigo!